top of page

de Aliens y geometría


ree

Tenía veinte años pensando que la felicidad era un mito reservado para cuentos de otros libros, que lo que se quebraba nunca volvía a su sitio, y estaba convencido de que la paz era un espejismo. Creía que me quedaba recorrer, solo o acompañado, senderos que siempre terminaban en una soledad llena de recuerdos.

Dos décadas después, tus manos, o quizá tu manera de mirar, me mostraron lo ingenuo que fui al pensar que no podía sentirme completo otra vez. Resulta que las grietas que me inventé eran fronteras de otros mapas, y que la vida aún me tenía guardadas algunas ciudades por explorar.

He aprendido, a tu lado, que hay verbos que todavía no he pronunciado, y millones de palabras que no existen en ningún idioma porque aún no he podido narrar cómo se siente cuando me dices quédate. Tampoco sé descifrar la complejidad de los deseos que escondes en tu mirada. Y he comprendido que las oraciones más bellas que escribí eran círculos que se mordían la cola, prisiones que no dejaban entrar más amor del que yo mismo me permitía sentir. Tú lo derribaste todo.

Hoy siento que todos los pasos que he dado, los más errados, los más cansados, los que aún resuenan en ecos lejanos, me trajeron hasta ti. Lo más sagrado de esa geometría son nuestras huellas entrelazándose suavemente, como si el suelo que recibió nuestros pies hubiera sabido de nosotros y decidiera doblarse para abrazar nuestras historias, las que cargamos y las que nos sometieron, hasta que dejaron, al fin, de doler.

Me eleva descubrirte y descubrirnos. Me subliman los poros y me vuelvo sorbo, bocanada y latido que busca tu ritmo. Te bebo sin miedo hasta sentir entre mis dedos, cómo se desmenuza tu cabello, porque cada gesto tuyo desafía un viejo miedo y se ha vuelto hábito anhelarte en la levedad de una historia que cabe en esa sonrisa ligera, que me regalas cada tarde.

Lo que he podido atrapar de ti no se parece a nada que haya tenido antes. Ni siquiera imaginé que existiera tal asombro, y así lo nombro, aunque sé que la palabra capaz de descifrar el alma de tus ojos, no ha sido pronunciada jamás y esta paz que me das me alcanza sin permiso y me recuerda que soltar no es olvidar. Hoy necesito que me contengas entero, sin paréntesis ni reservas, porque aún le queda vida a este corazón y quiero ir dejándola en los días de tu calendario.

Optimista: así me descubro, no como consigna, sino como pulso. Una fe silenciosa que nace de tu cercanía, de la manera en que me descifras sin adornos y de la certeza que me das: la certeza de que soy suficiente. Me hiciste sentir que, por fin, habito mi historia. Que el círculo se abre, y que el amor, lejos de derribarme, me está construyendo.

Comentarios


bottom of page